Por José Manuel Acevedo
Quienes aspiran por primera vez a llegar al Senado y a la Cámara, o escasamente llevan un periodo y se han lucido con su trabajo en estos últimos cuatro años, necesitan una fuerza electoral basada en la opinión y en el deseo de que las cosas cambien, para que de verdad pase algo.
En materia electoral los milagros no existen; existen los votos que transforman aquello que está mal y están los ciudadanos que convencen a sus familiares y amigos para que en vez de quedarse en la casa durmiendo o quejándose, salgan con convicción a escoger a sus congresistas en una democracia representativa que, aunque imperfecta, es mucho más sólida que la de varios vecinos que no se dieron cuenta de lo que tenían hasta que lo perdieron todo.
Quiero quemar mi último cartucho antes del 13 de marzo y pedirles, suplicarles, que no boten su voto; que no les jueguen a los mismos con las mismas y que, en cada partido con el que se sientan identificados, hagan el ejercicio de buscar y conocer a los que se están lanzando por primera vez, a los que hicieron una campaña diferente y audaz y a quienes probablemente nunca tuvieron plata para poner una valla, pero que están llenos de propuestas valiosas.
Abiertamente les digo: ¡votemos por los nuevos! Démosles la oportunidad a personas distintas de llegarles a las discusiones de fondo que tendrá que tramitar la Rama Legislativa en los próximos cuatro años. Lo que ha frenado algunos abusos en muchas democracias frágiles cooptadas por falsos mesías y populistas es un Poder Legislativo independiente, que se les para en la raya cada vez que intentan salirse con la suya. Si el populismo llega a la Casa de Nariño –Dios y los colombianos no lo quieran–, un Congreso fuerte puede servir de muro de contención frente a muchas de esas arbitrariedades
Algunas ideas: la lista cerrada del Nuevo Liberalismo al Senado, por ejemplo, está llena de refrescantes nombres como el de Mábel Lara, Yolanda Perea y Carlos Negret. En la Cámara por Bogotá, también el Nuevo Liberalismo tiene a Fernando Posada (NL, 105) o a Germán Ricaurte (NL, 102), y otro tanto pasa en la lista de la Alianza Verde con candidatos a la Cámara en la capital del país como Gabriel Cifuentes (Verde, 103) o Mauricio Toro (Verde, 105). Y aparece, entonces, el de la campaña a costo cero: Fernando Rojas (Coalición Centro Esperanza, 111), un verdadero experto en temas de movilidad.
En el Movimiento de Salvación Nacional (lista cerrada) están buenos exponentes del pensamiento conservador como José Miguel Santamaría y Ángela Vélez. En el Centro Democrático, el número 1 para el Senado, Miguel Uribe, representa a la juventud en el uribismo, lo mismo que en la Cámara, con una propuesta de derecha diferente están Gabriel Santos (CD, 104) y Andrés Forero (CD, 101).
En Cambio Radical, para el Senado, una exfiscal de carácter: Claudia Carrasquilla (CR, 14) y Camilo Trujillo (CR, 100). En ese partido, para la Cámara en Bogotá, se distingue José Daniel López (CR, 118) y ahí mismo se encuentra otro joven: Nicolás de Francisco (CR, 103). En el Partido Liberal: Juan Carlos Losada (L, 102); en Bogotá y en el Valle, Juan Fernando Reyes Kuri (L, 103). Están las víctimas de las Farc cuya valiente voz tendría que oírse con fuerza en el Capitolio: el general Luis Mendieta (CD, 26) y John Frank Pinchao (Verde, 25). Finalmente, párenle bolas a un nombre de un experto en temas de seguridad en el Valle del Cauca: Gustavo Orozco (U, 102).
Candidatos buenos sí hay. Eso de que todos los políticos son iguales y por eso no hay que votar por ninguno es la premisa más falsa y peligrosa que existe. ¡Votemos por los nuevos!… y ojo con los que se las dan de ‘nuevos’ cada vez que se cambian de camiseta sin vergüenza alguna. Ustedes saben quiénes son y ellos, también.
FUENTE El Tiempo