Con el apoyo de partidos tradicionales como el Centro Democrático, MIRA, el Partido Liberal y el Partido de la U, Claudia López pretende continuar, con experiencia limitada, el legado político de su familia en Santander.
A la aspirante a la Alcaldía de Bucaramanga nunca se le ha juzgado por ser una mujer con pretensiones políticas sino porque sus lazos familiares son preocupantes y evidentes. También es cierto que nunca lo ha negado, pero este tipo de sucesos ponen en entredicho su independencia al momento de un posible mandato suyo.
Su sobrino es Didier Tavera, actual Gobernador de Santander y cuyo padre, Ernesto Tavera Rodríguez, fue un narcotraficante capturado en 1993 que poseía dominio pleno en la cordillera oriental. Su esposo y senador, Miguel Ángel Pinto, fue el impulsor de su actual candidatura, ayudándole a conseguir cargos como la presidencia del directorio liberal en Bucaramanga y catapultándola a la palestra pública en corto tiempo.
Con el denominado Clan Tavera a sus espaldas y la conexión directa con el Partido Liberal, la ingeniera es una ficha más dentro del panorama electoral del país. Es verdad que su trabajo en diferentes comunidades la ha hecho merecedora de cierto reconocimiento, pero solo recientemente se ha posicionado como una candidata seria y con posibilidades de gobernar en su natal Bucaramanga.
El electorado es el encargado de juzgar y decidir quién es la persona idónea, con un esquema de cualidades únicas que llevarán a su ciudad al progreso y no al atraso. Dentro de esa baraja Claudia López intenta sobresalir cómo única mujer aspirando a la Alcaldía de Bucaramanga, pero también como una mujer de carácter que la ha llevado a utilizar frases como la dirigida a Jhan Carlos Alvernia: “no se vuelva a meter con mi familia, porque se las verá con nosotros.” Claudia bien sabe quién tiene a sus espaldas.